dEBATE TRAS LA VISUALIZACIÓN DE CHEMSEX.

 

Partimos de la idea de que no existe a nivel socio-educativo un debate sobre la verdadera importancia de la sexualidad en el desarrollo humano. El tratamiento de este tema sigue teniendo un excesivo tinte biologicista y físico, sin darle a los ámbitos psicológico, emocional y social las dimensiones que en la vida real tienen.

Recordamos que hace apenas dos siglos las hijas e hijos de reyes y nobles eran pura mercancía para el establecimiento y proyección de poder y estatus social, algo que ocurría a través de una herramienta de organización social llamada “matrimonio”, que no era sino una licitación social (y bendición divina) del establecimiento de relaciones sexuales en una pareja dada, y hasta hace muy poco exclusivamente cisheterosexual. La iglesia, por cierto, estamento histórico del poder social que inventó por alguna razón el celibato. Lo cual nos dice que sobre el tema sexualidad hay manipulaciones y valores históricos que nos traen de esas aguas, a ciertos lodos actuales: trata, prostitución, derechos muy recientes y amenazados, hipersexualización y porno, atención educativa y sanitaria precarizadas, drogas y el alcohol…, temas que están a la orden del día.

El chemsex del siglo XXI es el embrión desarrollado del drugsex o alcoholsex del siglo XX. La ocultación, la ilegalidad, el secretismo, la peligrosidad, el morbo ante lo prohibido, el carácter masculino de toda esta promiscuidad malsana (la promiscuidad en sí no tiene por qué ser malsana lo cual no quita para que señalemos aquella que sí lo es…), se daba en los años 60 en la comunidad gay (G, aún no había nada de LGBTI), aliñado con alcohol y en parques o servicios y lavabos públicos, en los 80 y sus finales ya con el poper y heroína, cocaína…, años 90 con la proliferación de “la cultura gay” como negocio para lo cual surgían  ciudades enteras como S. Francisco, Siches, Lesbos…, barrios enteros como Soho, Le Marais, Chueca…, o cuando menos calles exclusivas como la “Gay street” de Roma, un tramo de la peatonal S. Juan de Letrán… Aquí la visibilidad LGBTI tiene un aspecto exclusivamente G, caracterizado por saunas, cuartos oscuros, drug-stores, coffe-shops…, y un culto al cuerpo masculino y el pasing absoluto, poco saludable, poco sano, poco igualitario, poco crítico… Razón por la cual surge un ORGULLO CRÍTICO, como reacción a todo esto.

Centrándonos en el contenido del programa, en distintas ocasiones se refieren a la “cultura gay”, lo cual explicita lo masculino del asunto (por si no estaba aún claro). La cuestión es que el programa pone como posible motivación el estigma, el rechazo social, la discriminación hacia la comunidad gay que, hace que los jóvenes varones como respuesta a todo ello, usen drogas para desinhibirse y enfrentarse a la “vergüenza” que para ellos y sus familias ha supuesto en algún momento enfrentarse a la realidad de otra orientación sexual.

Nos preguntamos sin juzgar, pero de forma crítica ¿por qué el chemsex moderno y las versiones antiguas no está en el historial de las mujeres lesbianas, de las personas trans y/o las personas intersexuales que vivieron iguales o parecidas realidades de estigma y rechazo?

Efectivamente, de nuevo tal y como anuncia David Stuart en el documental, la suma de los factores tipo “autoindulgencia” + “desinhibición” + “estrategia equivocada de combatir miedos” + “búsqueda de diversión” …etc., no despejan la ecuación que es más complicada que todo ello. Pensamos que al abrir esa “ventana” de complejidad, nos damos de bruces con un eje central llamado MODELOS DE MASCULINIDAD, acompañado por supuesto de otro conjunto de elementos que puedan pivotar a su alrededor, y cruzarse con los ya anteriormente citados dando como resultado un cóctel tan peligroso como el chemsex.

Todo esto está muy vinculado al modelo de masculinidad hegemónica perfectamente reproducido por cierto sector de la comunidad gay, nada crítico, aún menos auto-crítico, y muy a la deriva de un neoliberalismo rampante, patriarcal y machista, capaz por poner un ejemplo, de revindicar un deseo como la paternidad, como derecho, al margen de lo que ello pueda significar de explotación del cuerpo de las mujeres y uso del poder en pro de las brechas de desigualdad evidentes en el mundo.

Todas las consecuencias negativas que esto tiene para los hombres (no digo ya otras personas) cis-heterosexuales, se multiplican por cuatro si hablamos de hombres cishomosexuales o transhomosexuales…, que participan de dinámicas tan ególatras como tóxicas, poniendo sus vidas en un límite peligroso para ellos y para muchos de su propia comunidad.

No se trata de juzgar la promiscuidad, ni de colocar la diversidad sexual en un segmento binario del hombre gay “bueno” y el “malo”, uno casado y con familia que es poco menos que abstemio y algo pánfilo, y el otro mega-moderno a la última, hiperdivertido y frívolo y activo sexualmente a niveles todo-me-lo-follo…; tampoco se trata de juzgar, ni de etiquetar estilos de vida todos muy respetables. Sí se trata de SALUD SEXUAL INTEGRAL, para lo cual debemos combatir realidades como el Chemsex, cuyo nuevo formato definido por el tipo de drogas en el mercado, tiene todos los elementos para que se transfiera a la comunidad cishetero porque los datos demuestran el impacto de estas prácticas en el aumento de cifras de jóvenes con VIH, y ya tenemos en nuestro haber experiencia sobre distintas olas de esa pandemia.

Tenemos que procurar intervención preventiva, sensibilizadora, educativa y asistencial, a través de políticas que pongan en acción planes de actuación dirigidos a hombres, chicos, niños…, en donde se hable, se debata, se muestre toda la realidad que luego ellos descubrirán y ocultarán. Lo decía David Stuart” un joven de 18 años que busque en Londres redes de iguales, en dos semanas ha empezado a probar Chemsex”, algo que algunos de los protagonistas del documental corroboran hablando de sus vivencias personales, tan duras como tristes. El Chemsex ya ha llegado a Granada, no hace falta irse a Londres.

Nosotros desde el tejido asociativo específico de hombres y masculinidades, como de temas LGTBIQ+, debemos de exigir estas actuaciones, estas intervenciones integrales, esta visualización social…, de un problema generador de muchos otros que además de alterar el bienestar de vidas, acaba con ellas, amén del dinero que cuesta en el marco de una intervención sanitaria que, con la Covid, ya tiene bastante.