UNA EXPERIENCIA PERSONAL EN EL II CIMASIGUAL

La ley trans propone mejoras notables a las vidas de las personas trans. Personas que conviven en una sociedad que, paulatinamente, se acerca a aquella parte del péndulo que limita y coarta nuestra dignidad y libertad. Las personas que transitamos y vivimos la identidad de manera diferente a lo que exige la perversa normalidad patriarcal vemos como, los 143 noes y 120 abstenciones de nuestro parlamento, reflejan el apoyo de la sociedad española respecto a la tramitación de la ley que garantiza nuestros derechos y nos protege.

Estas cuestiones que atentan sobre las vidas de las personas trans, y sus derechos más fundamentales, no solo se trasladan al Congreso de los diputados, sino que, como la mayor de las plagas androcéntricas, se adueña de cada uno de los espacios que ocupan nuestra sociedad, y más específicamente en los activismos y la academia.

El II Congreso Internacional sobre Masculinidades e Igualdad: Educación para la Igualdad y Co(Educación), celebrado en Elche, ha sido un encuentro donde las masculinidades fueron abordadas en un sentido bastante general. La riqueza de las intervenciones quedó explícita con una gran diversidad de temas actualmente claves en el ámbito de las masculinidades. No obstante, ha sido también un espacio en el que se ha podido vivir y comprobar, de primera mano, discursos deliberados de transfobia por parte de algunas personas ponentes que, burlándose de  nuestro derecho a la autodeterminación con frases como ‘’si me siento un pájaro, ¿soy un pájaro?’’ que pretenden deslegitimar nuestra identidad, y niegan las dolorosas historias que son el motivo de dicha reivindicación.

De manera más sutil, el congreso llenaba la sala de conceptos clave como son la «interseccionalidad» o la «educación sexual» pero faltando de este análisis a todos aquellos sujetos sociales trans que, no solo transitan las masculinidades, también viven las consecuencias de aquellas más tóxicas. Sujetos que necesitan reconocimiento ante todos los efectos que genera tal nivel de toxicidad. Lo trans queda como algo residual dentro del análisis de las masculinidades y se esencializa la masculinidad y su entendimiento a un tipo de hombre específico.

En este espacio también se generaron resistencias en contra de los discursos de odio por parte de algunas personas invitadas, pero hubo silencios y ausencias respecto a los relatos tránsfobos y a la ausencia de las personas trans dentro del análisis de las masculinidades. CISMASCIGUAL II ha sido un reflejo de cómo la transfobia y la invisibilización de las personas trans es una patente en cualquier espacio. Más aún, en aquellos donde se debaten claramente las cuestiones de género.

La transfobia está siendo objeto de debate en el panorama social. Olvidamos que la comunidad LGTBIQA+ también pertenece a los espacios de Hombres por la Igualdad. Olvidamos que esta masculinidad hegemónica se sustenta, en gran parte, por el odio a las diversidades sexuales y de género. Permitir burlas y silencios y no apoyar activamente a nuestres compañeres nos convierte, como poco, en cómplices de la transfobia.

Las personas trans necesitamos, más que nunca, el apoyo explícito de todos los hombres y personas que atraviesan la masculinidad. El debate sobre las identidades trans no es solo un debate, lleva detrás a miles de personas que, con sus familias, día a día batallan contra el statu quo de género. Personas que sufren dolorosos procesos para poder sobrevivir a una sociedad que no consiente sus propias existencias. Las personas trans estamos revolucionando las conceptualizaciones de género a cambio de ser vejadas, apalizadas e incluso asesinadas.

Es por esto que, desde la Red de Hombres por la Igualdad de Granada, pedimos urgentemente varias cuestiones de vital importancia respecto a las diversidades sexuales y de género:

  • Un apoyo claro y consistente a nuestras identidades frente a cualquier discurso o acción de odio que nos vulnere.
  • La erradicación de los silencios cómplices ante estas fobias y que sean transformados en exploraciones y conversaciones con las diversidades que aporten a la comprensión, de primera mano, de nuestras necesidades.
  • El reconocimiento general del papel que hemos tenido en las luchas por la conquista de derechos sociales, y más en específico, del gran papel que han tenido las mujeres trans para la lucha de los feminismos.
  • Espacios de conocimiento que expulsen de las producciones de la epistemología a la transfobia.

Finalmente, pedimos a todos los hombres feministas que sus quejidos se unan a la lucha por la dignidad y los derechos que tanto necesitamos y nos merecemos las personas trans. «Un pájaro no canta porque tenga una respuesta. Canta porque tiene una canción» y serán nuestras canciones, nuestros quejidos, la de la lucha contra la transfobia.

 

Jesús Marín Torres,

Miembro de la Red de Hombres por la Igualdad de Granada y Jaén