Cada jueves del 5 Nov. al 17 Dic. tendrá lugar una serie de conversatorios y seminarios organizados por el Ministerio de Igualdad, que versarán sobre feminicidios, violencia sexual, masculinidades, interseccionalidad, explotación sexual, derechos humanos e institucionalización del pacto de estado contra la violencia de género, además del inaugural de este miércoles 05 de Nov. titulado “Una mirada global sobre las violencias contra las mujeres”. 

Tras presentar Victoria Rosell Aguilar, delegada del gobierno para la violencia de género, a Rita Laura Segato, antropóloga feminista, profesora emérita de la Universidad de Brasilia y profesora de la Universidad Nacional de San Martín en Argentina, y a la ministra de igualdad Irene Montero Gil, las tres mujeres conversaron durante dos horas en torno a los siguientes temas:

●El patriarcado no es de orden cultural sino político, puesto que todas las culturas históricamente se han organizado en torno al poder androcentrista y patriarcal. Su modo de operar es variado siendo el uso criminal parte normalizada e institucionalizada de dicha operatividad. La “argamasa jerárquica” e institucional que permite esto, constituye la base de los crímenes que se cometen. Estos crímenes tienen que ser nombrados por el lenguaje, instrumento de visualización y denuncia que nos ha permitido avanzar con éxito en la lucha feminista, que ha de ser permanente y contar con la unión de todos los feminismos, las instituciones y todos los agentes sociales.

● Ser feminista significa hacerle el favor al mundo de contribuir al fin de las estructuras elementales de la violencia para poder así pasar a otra era. Para acallar el discurso y el avance feminista, el patriarcado ataca a mujeres y hombres feministas con todo tipo de violencias. En nuestro país, estos ataques institucionalizados provienen de una derecha negacionista, extremada y extrema, que oculta, miente y enmascara, aquello que las ciencias e instituciones internacionales como la ONU y el Consejo Europeo, a través de instrumentos como el Convenio de Estambul, nombran como violencia estructural de los hombres contra las mujeres, y llaman a los estados a actuar contra dicha lacra social. Pero el patriarcado ni tiene ni ha tenido nunca ideología, encontrándose también en el centro o la izquierda del espectro ideológico.

●Para detener las violencias machistas necesitamos poner de manera simultánea cuatro tipos de medidas: de emergencia como policía y justicia especializada, centros de crisis, instrumentos y dispositivos de protección…; de remedio como ministerios, institutos, observatorios, leyes, planes…; de desbloqueo que nos permita identificar y desmontar las barreras institucionales, las de los barrios, aquellas de los centros educativos, las de las zonas rurales etc, capaces de frenar la eficiencia de las medidas anteriores; y finalmente medidas de transformación social actuando sobre la religión, las culturas, las costumbres, la educación, los modos de ocio, las redes sociales…, que nos libere del yugo androcentrista, patriarcal y machista.

● Cuanto más autoritaria es una sociedad más acento pone en la punición y menos en la prevención. Si obviamos lo estructural de las violencias, se individualiza al verdugo y lo estigmatizamos (el extranjero, el delincuente, el pederasta, el loco…), y responsabilizamos a la víctima de lo que sucede (por no saber, por llevar escote, por emborracharse, por no defenderse, por salir sola…) aislándola también. La mirada miope es deliberada ya que niega lo estructural y lo individualiza. De este modo se frena el cambio y se perpetúa el poder y los privilegios de los hombres.

● El feminismo debe contribuir a desmontar el mandato de masculinidad que es una tarea de los hombres entre ellos. Los hombres son los más interesados por todo el sufrimiento que comporta ser hombre. El mantener continuamente el poder sexual, el poder moral, el poder político, el económico, el social…, tiene un coste que no solo resulta agotador sino que atraviesa los cuerpos masculinos a modo de sufrimiento, trastornos, accidentes y enfermedades. Según acreditan todos los estudios estadísticos realizados a lo largo y ancho del planeta, las vidas de los hombres están expuestas a tanto sufrimiento, miedo, odio y dolor que los jóvenes varones que eligen modelos de masculinidad hegemónicos, tienen menos posibilidades de liderar vidas felices y satisfactorias.

● No obstante, el papel de los hombres en la lucha feminista es a menudo incómodo y difícil de definir porque no es protagónico y a la vez sí a de ser activo. Los hombres deben encontrar el modo de gestionar las frustraciones que producen la fuerza de cambio social, a la vez que soportan el ataque cruel de sus compañeros coetáneos que niegan la necesidad de dicho cambio. Son ellos los que tienen que replicar referentes de hombres dignos, justos e igualitarios; ellos son los más interesados en que aprendamos a valorar otros modos de habitar el planeta como hombres.

El conversatorio finaliza con la idea de que el feminismo defiende un bienestar que afecta tanto a mujeres como a hombres. Las tres interlocutoras del evento coinciden en lanzar una pregunta abierta al aire, la mente y los corazones de los hombres, una pregunta que podría ser usada como eslogan pues teniendo en cuenta lo estructural de las violencias machistas, su daño global, su alto coste y su dolor, ¿qué defendemos los hombres? ¿Qué defienden?