políticas para lograr la corresponsabilidad 

Como os anunciábamos hace unos días, nuestro compañero Mariano M. Pastrana de la Flor, acudió este 28 de abril en representación de AHIGE (Asociación de Hombres por la Igualdad de Género) y la Red de Hombres por la Igualdad de Granada al evento organizado por la PPIINA (Plataforma por los Permisos Iguales e Intransferibles por Nacimiento o Adopción) en el Congreso de los Diputados, en Madrid.

El acto fue inaugurado por Sofía Fernández Castañón, mientras que Miguel Lorente Acosta y María Pazos Morán, fueron quienes se encargaron de exponer el marco de discusión. Junto a nuestro compañero, en la mesa redonda, Cristina Castellanos (PPIINA), Ana Mª Hernández (Coordinadora de Organizaciones de Mujeres para la Participación y la Igualdad), Laura Baena (Club de Malas Madres), Henar Sastre (Fórum de Política Feminista) y Fátima Arranz (Partido de Feministas al Congreso).

Todas las entidades presentes coincidimos en preguntar en nuestro entorno para poder extraer conclusiones que pudiéramos compartir y que respondieran de alguna manera, desde nuestra labor en el campo de los cuidados, el por qué los hombres no se involucran en algo tan básico para cualquiera que los practica. En nuestro caso, como podréis observar, la pregunta inicial va directa a una realidad donde los hombres cuidadores, siguen representando una minoría social, a pesar de que el trabajo a favor de la equidad de género y la legislación vigente han hecho mucho por facilitar el cambio. Sin embargo, como comentamos en el acto, encontramos una serie de impedimentos que hacen que los hombres, no cuiden. Aunque no pueden ser una excusa a las alturas que estamos.

Para empezar, somos conscientes de que los hombres no sabemos cuidar ni de nosotros mismos. De hecho, algunos no cuidan por que no saben hacerlo. No han tenido ese aprendizaje informal que pocos de nosotros y mucho más ellas, han visto transmitir a las mujeres de su casa como herencia de la sociedad patriarcal en la que vivimos. Y seguramente, tampoco han tenido ni el interés ni la necesidad. Lo que sí tenemos claro es que los cuidados, son el trabajo más invisible y peor valorado y, por lo tanto, cuando no hay reconocimiento, son muchos los hombres que no quieren cuidar como estrategia de resistencia de la masculinidad tradicional. Recordemos que el papel proveedor de la masculinidad, va aparejado a un trabajo asalariado. Y eso, junto al amor romántico y el amor maternal tan mitificados en nuestra sociedad, presionan a las mujeres para que sean las principales responsables de cuidar, mientras nosotros seguimos sin enterarnos de la película. 

Sin embargo, creemos que hay que prestar mucha atención a un grupo de hombres que no cuidan porque no pueden. Muchos de los cuales se ven obligados a decidir entre cumplir con sus obligaciones laborales o familiares. Un planteamiento donde los cuidados siguen perdiendo por el arraigo social de la masculinidad patriarcal que coloca su papel de trabajador incansable como eje vertebrador de la vida familiar. Por eso, a la hora de proponer políticas públicas que mejoren esta situación, entendemos que uno de los pilares debe ser siempre la educación. Lo cual supone, no sólo revisar la ley educativa actual en busca de mejoras, sino en asegurar que los planes de igualdad, incluyan una perspectiva de género masculina y que se cumpla, sin que toda la responsabilidad recaiga en el equipo docente que, en muchos casos, carece de formación específica y una sobrecarga que abre otro tema de debate.

También, creemos que es de vital importancia fomentar la inclusión de los hombres en el mercado laboral en sectores más feminizados, para que se visibilicen otras identidades masculinas y dejemos de naturalizar que cuidar es algo que hacen mejor las mujeres. De hecho, si pensamos en el tipo de hombre que cuida, suele ser habitual que pensemos en hombres jubilados, en paro, o en activo, pero sin mujeres en su entorno. El resto, en muchos casos, han sido conscientes de su derecho a cuidar gracias a la actual crisis económica, el desempleo y las prestaciones adheridas a esta situación, que han actuado como un permiso de paternidad de una duración aceptable, remunerado y sin posibilidad de transferirlo. Mejorando en muchos casos las relaciones intrafamiliares y mejorando las actitudes igualitarias, poniendo siempre los cuidados en el centro de sus necesidades.

Por eso, compartimos la idea de que el mercado laboral, es el otro pilar esencial para la conciliación y la corresponsabilidad. De hecho, nuestro país, sigue fallando en la igualdad de oportunidades para permitir a los padres cuidar e igualar su implicación a la de las madres. No sólo no facilita esto, sino que las posibilidades para reducir la jornada laboral, no está bien vista para los hombres (ni por ellos mismos, ni por las empresas). Eso sin mencionar que, en el caso del sector servicios desligado del empleo público, las condiciones impiden ejercer el derecho a cuidar en la mayoría de los casos.

Por tanto, creemos que las empresas y el Estado, pueden resolver muchos de los condicionantes que hacen que los hombres no cuiden. Y aquí os dejamos unas cuantas de las propuestas que hicimos:

  • Las empresas deberían permitir disfrutar de los permisos para el cuidado de los hijos y dando facilidades para disfrutarlos cuando mejor le venga al trabajador. Existiendo además la posibilidad de otorgar permisos flexibles para ausentarse por motivos personales y familiares.
  • Las empresas también pueden compactar horarios y concentrar las horas de trabajo en una parte del día, a ser posible por la mañana coincidiendo con el horario educativo. Y, si no existe esa posibilidad, dar a sus trabajadores flexibilidad para comenzar y finalizar la jornada laboral en función de las necesidades relacionadas con los cuidados u ofrecer la posibilidad de teletrabajo.
  • Las empresas deberían informar y dejar clara su postura ante el disfrute de los permisos por paternidad, asegurando al trabajador que su puesto no corre peligro alguno por ejercer su derecho a cuidar.
  • El Estado, debería asegurar una educación gratuita de 0 a 3 años como red asistencial de cuidados para liberar de cargas otras unidades familiares.
  • El Estado debería dar cobertura a las bajas remuneradas para el cuidado.
  • El Estado debería promocionar el trabajo directo con hombres en materias de igualdad e incluso fomentar su participación en grupos de hombres que faciliten su cuestionamiento personal.
  • El Estado debería subvencionar talleres de paternidad y crianza complementarios a los de preparación al parto, para involucrar a los padres desde el primer momento.

Estas son solo alguna de las medidas que hemos recopilado en nuestro entorno, que se suman a los reclamos de nuestras compañeras de la mesa y que creemos vitales para, por un lado,  acabar con el factor penalizador de la maternidad y de paso con mucha de la desigualdad ligada a esta situación como la cantidad de reducciones de jornada laboral, el descenso del poder adquisitivo o la falta de promoción de las mujeres en las empresas. De paso, hacemos visible que los hombres, también pueden cuidar y cumplir con sus responsabilidades, haciendo que los hombres que cuidan, se trasladen al ámbito público a partir, no sólo de transformaciones personales, sino convirtiendo a los hombres en el núcleo de las políticas públicas. Entre ellas, el fomento de la implicación masculina a través de los permisos de paternidad iguales e intransferibles, para que su implicación no se vea obstaculizada por su vida laboral. Un ámbito donde sin duda, influye la calidad del empleo y la estabilidad del mismo. Lo que implica, como en el caso de la educación, la necesidad no sólo de una mejora en la legislación vigente en torno a los permisos de paternidad, sino una reforma estructural de las condiciones establecidas en el marco de trabajo.

Mientras tanto, nosotros, como hombres diversos e igualitarios, estamos trabajando en un objetivo común que es que hombres y mujeres, podamos disfrutar de las mismas oportunidades, entre ellas, las económicas y laborales, de tal forma que repercutan en el reparto equitativo de las responsabilidades y la valoración de diferentes tipos de trabajo, entre ellos, el más invisible de todos, los cuidados. Porque estamos convencidos de que a cuidar, se aprende. Ni es algo innato ni depende del género. Tan sólo requiere tiempo y predisposición.

Gracias a la PPIINA por invitarnos y a las compañeras de las distintas asociaciones invitadas por la acogida y el aprendizaje que nos llevamos de todas y cada una de ellas. Para nosotros ha sido un placer.