El Informe Juventud en España 2020 (IJE 2020), indaga en los intereses de nuestra juventud al objeto de poder diseñar políticas que cambien su realidad. Un indicio de lo mucho que hay por cambiar, lo vemos en los nuevos presupuestos del Estado, cuya partida de 12.550 millones de euros, la mayor en nuestra historia, se ha multiplicado en un 85% respecto de la anterior. ¡Ya les tocaba, ya…!

La lectura del IJE 2020 también puede inspirarnos a los y las docentes (pre)ocupados en conectar con la generación Z, de forma que además de enseñarles matemáticas, filosofía, historia, inglés…etc., tengamos pistas de cómo acompañar y apoyar sus complejos procesos de evolución y crecimiento en el actual “aquí-y-ahora”. Así podremos desempeñar un buen papel como segundos agentes educadores, después de sus familias.

No olvidemos que hablamos de personillas humanas nacidas y criadas en un país rico, que lo fue hasta que se toparon con dos grandes crisis de orden internacional en menos de diez años, “sapo verde” que aún mastican. La lectura del informe de marras, aumenta cual lupa lo que tenemos delante de las narices y que nuestra miopía mental nos impide ver. Quizás esto sea fruto del excesivo paternalismo cultural español (y muy español), que tan difícil nos pone el ejercicio de la empatía activa, tan convencidísimos como estamos de que SABEMOS “tanto-y-tanto”, que a menudo no ESCUCHAMOS “nada-de-nada”.

Efectivamente, el arte de escuchar tiene mucho que ver con educación y, en mi experiencia de profe, veo clarinete la necesidad de poner en pie proyectos en los centros educativos, de manera que se generen dinámicas proactivas y preventivas, y se abran ventanas y puertas por donde entre viento de barrio, y salga cargado de educación. Os propongo pues, algunas ideas de pacotilla, que contribuyan a generar participación y consenso. Algo que nos anime a generar eso de lo que tan fácil resulta hablar, y tan difícil hacer: COMUNIDAD EDUCATIVA.

Centrado solo en materia de igualdad, empiezo señalando que hay que incidir más si cabe en las intervenciones dirigidas a los chicos, porque a la luz del IJE 2020, son quienes más lo necesitan. Ahí va un resumen (muy resumido), de lo que dice el informe al respecto, seguido de algunas de mis ocurrencias:

  • El concepto feminismo sigue despertando cierto rechazo entre nuestros chicos, que prefieren el de “igualdad de género”, existiendo una gran brecha de género con una mejor comprensión del concepto “feminismo”, por parte de ellas.

Vayamos a lo que más aglutina, y hablemos de igualitarismo en vez de feminismo. A mi, personalmente, me encanta y me enorgullece tremendamente el concepto “feminismo”. De hecho me identifico con la idea de ser un hombre feminista. Pero si mis alumnos se van a sentir más identificados con ideas de igualdad, porque yo me visibilizo como hombre igualitario, lo tengo claro. No obstante, los planes de igualdad de los centros educativos (incluyendo unidades de igualdad en universidad), para reducir la brecha que separa a unas chicas más conscientes y preparadas que ellos en la materia, deben incorporar más, y mejor intervención educativa dirigida a niños, adolescentes y jóvenes varones; ¡y ojo! Las administraciones educativas deben (pre)ocuparse también de adultos docentes, directivos e inspectores varones, a menudo menos evolucionados al respecto que la generación a la que se dirigen. ¡Y requeté-ojo! Si las administraciones educativas hablan de comunidad educativa, también deben (pre)ocuparse de progenitores, porque a través de las AMPAS son comunidad educativa, y votan en los Consejos Escolares.

  • La posición ideológica y el nivel de estudios determina este interés, siendo los jóvenes de izquierdas y mayor nivel de estudios los más identificados con la temática.

La intervención con mentores funciona aunque nos resulte complicada su metodología. Seguro que hay dispuestos/as cantidad de jóvenes voluntarios/as para el trabajo transversal comunitario en materia de diversidades e igualdad. Con ello fomentamos la participación, la horizontalidad, la colaboración y el desarrollo de instrumentos de trabajo y filosofía cooperativa. Propongo ”pescarles” y “echarles” a los pasillos y espacios de ocio del centro con objetivos pedagógicos y de tutorización y guía, no sin antes prepararles para la resolución de conflictos, porque surgirán, y serán oportunidades para aprender a gestionarlos, algo fundamental en la vida.

  • La mayor parte de jóvenes rechaza tanto el sexismo tradicional, como el moderno (el primero minusvalora a la mujer, el segundo niega la discriminación y las desigualdades derivadas). De nuevo aquí encontramos brecha, los chicos de 15 a 19 son los menos conscientes, y los de 25 a 29 muestran mayor rechazo hacia la implementación de políticas de igualdad (se ve que con la adultez empiezan a notar pérdida de privilegios y se resisten…)

Esto que ocurre entre ellos, es réplica de lo que nos solemos encontrar en los claustros. Conviene utilizar el claustro OBLIGATORIO de convivencia (al menos uno al año), además de para comernos una paella charlando tranquilamente (lo cual está genial), también para hacer algunos talleres sobre sexismos (conscientes e inconscientes). A quienes les salen urticarias con el tema de igualdad, los tendréis en contra; ya lo estaban, solo que ahora lo verbalizarán, lo cual os ayudará a localizarlos. Como buenos sapiens, en un planeta que no para de cambiar, y cada vez lo hace más rápido, ellos no solo se resisten al cambio, sino que además celebran hiperventiladamente esa resistencia. Pensad que cuanto más preparado y convencido esté el claustro, mayor el poder del centro para intervenir en la dirección adecuada. No dejéis que unos pocos os silencien. ¡Y por cierto! ¡No olvidéis aprobarlo todo previamente en Consejo Escolar, e invitar al AMPA! ¡Al taller y a la paella…!

  • Chicos y chicas rechazan el control de la pareja, si bien los chicos de 15 a 19 años se resisten más a este rechazo.

¡Por favor ¡dejad ya de celebrar el día de los enamorados con corazones gigantes colgando por doquier, y entregas de flores de chicos a chicas!, (en esa única dirección). No olvidéis que el amor romántico cis-heteronormativo está hiper-representado en las redes, en la televisión, en sus barrios y casas… Ese tipo de amor no necesita de nuestros recursos, y además puede llegar a ser muy tóxico. No digo que no celebréis el amor pero quizá con talleres donde se debatan temas como el control en la pareja, sexualidad saludable, porno, diversidad afectiva y sexual, familias diversas, interculturalidad y relaciones afectivo-sexuales… Preguntadles qué quieren hacer, y ya veréis como surgen otros intereses.

  • La vida en pareja, y aún más el nacimiento de hijos, retrotrae a los jóvenes a la asunción de roles tradicionales. De este modo ellas asumen más las tareas de carácter reproductivo, invirtiendo más horas en los cuidados.

Esto se puede sumar a lo anterior, convirtiéndose en un clásico que trabajar con chicos y adultos. Hay mil cosas que se pueden hacer en donde modelos de masculinidad igualitarios y solidarios sean protagonistas: fomento del voluntariado, visitas a residencias de mayores o personas con discapacidades, visualizaciones de pelis y documentales con debate posterior, exposiciones, organización y realización de fiestas en el centro dirigidas a abuelos o peques, concursos de fotografía, teatro, crear grupos de chicos igualitarios, aulas LGTBI+… ¡En fin Serafín! Lo que viene siendo el trabajo educativo: IMAGINACIÓN AL PODER.

Os dejo ya en paz con una perogrullada de idea: ¡quien más hace, más se equivoca! Quien no se equivoca nunca (algo que de por sí ya es tan falso como imposible), es porque lleva años con el sota, caballo y rey de SU materia en SU aula, donde también está obligado/a a la transversalidad, aunque nadie puede obligarle a participar en los proyectos de centro, y por tanto en aquella transversalidad comunitaria que contribuye enormemente al carácter dinámico y abierto de un centro educativo (pre)ocupado por dejar una impronta de actualidad y adaptabilidad a quienes por él pasan.

Por todo ello, en educación, es necesario pisar jardines transversales, tanto individual, como comunitariamente. Si no nos va el igualitarismo (no tiene por qué), opciones haberlas “haylas”: ecologismo, Espacio de Paz, Aula de Convivencia (por favor con diseños no punitivos), ocio más allá de la digitalización, lectura, grupos igualitarios, cuidados, ciudades sin contaminación, animalismo… Un sinfín de proyectos que deben darse la mano y volar por los pasillos de los centros educativos ofreciendo frescura y espíritu joven.

Si os leéis el IJE 2020, aunque solo sea las conclusiones finales, es muy probable que deseéis surfear una nueva ola de transversalidad que atraviese los pasillos de vuestro centro. Sin duda ello contribuirá a la imprescindible conexión con esas personillas humanas para quien tenéis la inmensa suerte de trabajar: nuestros  y nuestras jóvenes.