EL ERROR DEL FEMINISMO SEÑORO

En estas absurdas guerras que enfrentan a las izquierdas, y a movimientos sociales hermanados históricamente por la lucha de derechos, nos acaba de caer una bomba al movimiento LGBTIQA+ con el absurdo de que hemos “secuestrado la coeducación”. Este brillante anunciamiento forma parte de, -digo yo-, una de las siete plagas bíblicas que traerá la nueva ley trans según algún rancio discurso feminista lanzado a los círculos de la postverdad. Argumentar en contra me resulta de tal patético que, me limitaré a exponer no pocas razones por las que la educación en diversidad sexual, corporal y de género debe abordarse en todas las etapas educativas, y no de cualquier modo:

  • El auge de la transhomobifobia crece al ritmo de las ideas esencialistas y ultraconservadoras proliferantes en toda Europa. La única excepción mostrada por nuestro país a este fenómeno es el inestimable apoyo a determinados discursos ultras por parte del feminismo excluyente.
  • La normativa vigente en educación y protección de derechos nos obliga política, técnica y profesionalmente a intervenir, sobre todo, en el ámbito educativo donde estas realidades despliegan su diversidad con no pocas dificultades.
  • Puesto que nos enfrentamos a una realidad multifactorial e interseccional con una historia de invisiblidad inserta en el ADN de nuestro sistema educativo (y del mundo laboral, del profesional, del político, del económico etc), la intervención ha de ser abordada desde distintos ángulos y enfoques, y ha de ser integral y continua.
  • Si los claustros siguen encerrados en los armarios sin mostrar referentes visibles y saludables, se continúa lanzando el viejo mensaje de que ser LGBTI pertenece al ámbito de lo privado, Falsedad psicosocial que alimenta la falta de atención de las necesidades derivadas del cruce de esas realidades con el tóxico contexto en el que se desenvuelven. Para encajar tal perversión, se suele normalizar el ataque lanzado e interpretado como “juego” o “broma”, e incluso culpabilizar a la(s) víctima (s) cuyos rasgos de personalidad no “encajan” en un grupo social, que suele presumir de no ser, EN ABSOLUTO, transhomobifóbico.
  • La situación de negación del natural desarrollo sexual e identitario en las etapas de infancia, adolescencia y juventud (atravesadas por la normal diversidad humana) tiene como principal consecuencia una nula demanda de formación específica a los Centros de Enseñanza del Profesorado (CEP), lo cual nos lleva a la abrumadora falta de preparación profesional en intervención específica.
  • A pesar de este vacío de preparación profesional, el 3er Congreso de Coeducación organizado por el Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) entiende que la transhomobifobia en las aulas (ni siquiera mencionada) no es objeto de coeducación. De un golpe se borra del universo coeducativo la reflexión sobre las camisas de fuerza de género en cuerpos, sexualidades e identidades que trascienden al universo normativo. De un plumazo evadimos la responsabilidad de mostrar modos, referentes y maneras de crecer saludablemente desde otras identidades más allá del mundo cishetero normativo y binario.
  • El personal de orientación y docente se encuentra solo y muy confundido. Suelen abrir el melón LGBTIQA+ cuando dan con un “problema”, contribuyendo así a la problematización de lo que no es más que una realidad distinta. Escasea el trabajo preventivo comunitario y grupal contra estereotipos, mitos y prejuicios.
  • El modelo actual de intervención educativa en la materia se basa casi exclusivamente en el tradicional tallerismo de efemérides, insuficiente para afrontar adecuadamente la complejidad y la diversidad de la materia.
  • El abordaje de este importante tema en la universidad es de carácter voluntario, razón por la que el futuro personal profesional educador no siente de obligado cumplimiento el mandato de las leyes actuales.
  • Las inspecciones no entran en los proyectos y planes transversales a la comunidad educativa, y pasan de puntillas por la transversalidad de aula. Esto hace que si en la pública la intervención en esta materia sean ”habas contadas”, en la concertada (mayoritaria y tradicionalmente a manos de la iglesia católica) ni está, ni se la espera.
  • Desde la praxis, las comunidades educativas se convierten en centros neurálgicos de la transhomobifobia, o espacios seguros desde donde combatirla. Todo depende del modelo educativo que el centro profese. El voluntarismo en este sentido es de tal nivel, que un centro y el de enfrente pueden llegar a ser universos radicalmente distintos.
  • Son muchas ya las familias diversas usuarias del sistema educativo que también necesitan verse reflejadas en él. Esto supone una intervención que va desde introducir un lenguaje inclusivo, a la renovación del concepto de familia (cimiento del propio sistema), pasando por diseñar y ejecutar actividades al respecto, así como motivar la presencia de familias diversas en los Consejos Escolares.
  • Y por último, y más importante, nuestros hijos, hijas, hijes, necesitan espacios seguros donde crecer aprendiendo con dignidad y respeto. Sus profesoras (todas y todos feministas), en el cumplimiento de sus responsabllidades con respecto a la materia, no necesitan carreras de obstáculos, sino apoyo y reconocimiento a su magnífico trabajo. Las familias necesitan saber que sus churumbeles están en espacios seguros, creciendo saludables y aprendiendo a ser libres.

¿Sois conscientes del aumento de los machismos en las aulas y espacios educativos como colegios mayores? ¿Habéis oído hablar del fenómeno de la manosfera? ¡Os habéis equivocado de enemigo por seguir con devoción a las que creían haberse caído en la marmita del elixir antipatriarcal! ¡Miren ustedes! A estas alturas, si no se trabaja esta materia desde la transversal coeducativa, ¡que se haga desde donde sea! ¡Dejen de hablar de inquisición, y empiecen a hablar de EVOLUCIÓN! Zapatero acaba de hacer eco al aclamado y necesario ”cambio generacional” de los feminismos, un cambio que dé pié a discursos plurales, respetuosos e inclusivos. Duele ver cómo el feminismo que antaño fue vanguardia, hoy se cubre de gloria insultando a quienes debería de buscar como aliadas. No me cabe la menor duda de que el tiempo pondrá en su sitio el supuesto “borrado de la mujer”, aunque más difícil será borrar el tufo a feminismo señoro, y de rancio abolengo, que están dejando algunas iluminadas tras de sí.