DE McMAFIA A ROMA

MCMAFIA, de Hossein Amini, es una serie que os recomiendo por lo bien que hila casos reales combinados con el poquito de ficción propio de un drama televisivo de primera. Sobre una pátina de férreos estereotipos y prejuicios, la serie gira en torno a una costelación de relaciones machistas y sexistas de libro. La cara más oscura del patriarcado como modelo de organización humana fluye por el metraje claro como el agua. Agua donde, el “prota”, pez amable y honesto, queda  atrapado en las redes de la corrupción. Para poder salir de ahí, opta por adentrarse aún más en esa maraña de hilos (a cual más masculino hegemónico) que acabarán por convertirlo en un modelo tóxico para sí mismo y para la sociedad. 

Esta serie televisiva me ha hecho darle muchas vueltas a cinco cuestiones que, combinadas, hacen muy difícil el ya manido planteamiento del PAPEL DE LOS HOMBRES EN LOS FEMINISMOS. A saber: 

  1. El patriarcado no para de correr cortinas de humo que consiguen confundir mucho al personal para llevarlo a sus filas.
  2. El contexto actual polarizado es en sí una estrategia patriarcal útil para imposibilitar cualquier tipo de cambio o transformación. 
  3. Los referentes de masculinidad saludable están silenciados y poco organizados, por lo que, desde ahí, es muy débil el potencial de concienciación ciudadana que combata los modelos tóxicos. 
  4. La pugna esencialista dentro de los feminismos cierra las posibilidades de sumar fuerzas.
  5. Estamos desaprovechando el potencial que otros movimientos sociales podrían ofrecer en la materia, habida cuenta que sus causas se ven igualmente bombardeadas por el alma “pater” de McMafia.

Un ejemplo de la primera de estas cuestiones nos lo ofrece la contradicción de John Penrose, diputado y jefe anticorrupción del gobierno británico que, sin despeinarse, denuncia un aumento del crimen de alto standing asociado a la emisión de la serie, al mismo tiempo que declara: «…si McMafia sirve para informarnos de las conexiones entre lavado de dinero, moderna esclavitud, tráfico de drogas y crimen organizado (…), habrá contribuido al cambio de actitudes…». ¿¡En qué quedamos, Juanillo mío!? ¿Qué tipo de cambio de actitudes se desprende de tu propia denuncia de que el glamur, el lujo y el poder de los guapísimos  varones de la serie hayan atraído más choriceo de alto copete a tu país, y al mundo? 

Al dar por cierto una cosa y su contraria, Juanito Penrose no hace sino dificultar la tarea de alcanzar diagnósticos certeros que nos permitan hacernos preguntas más cercanas a la realidad. Una realidad que puede necesitar tratamiento urgente, pues la serie podría entenderse como metáfora  de un cáncer. Al igual que nuestras células mutan a cancerígenas en un medio excesivamente acidificado, la toxicidad individual y de determinados grupos y organizaciones (muy mayoritariamente ideadas y gestionadas por hombres) contribuye a la expansión de  los cánceres sociales que peligrosamente amenazan nuestra saludable convivencia y hasta nuestra propia supervivencia. 

Esto nos sitúa ya en la segunda cuestión que contextualizo a continuación con ejemplos propios de la actualidad de éste, nuestro espacio español (muy y mucho español):

  • Cuando se ataca y desprestigia a personas  que, en función de su trabajo, señalan lo que la ciencia y los acuerdos gubernamentales evidencian, como ha sido la polémica sobre las macrogranjas.
  • Con los desvíos reales de capital ilegal a paraísos fiscales, y las estrategias de protección de un delito grave y penado para el resto de la ciudadanía sin sangre real.
  • Con el bloqueo de la renovación de instituciones judiciales de alto nivel (incumpliendo las normas constitucionales), para torpedear, por la puerta de detrás, el normal progreso de leyes tan necesarias como la de la vivienda (convirtiendo perversamente al poder judicial en instrumento de la oposición).
  • Con la emisión de autos judiciales que, como en el caso de Juana Rivas y según declaran las asociaciones de jueces y juezas, dan vergüenza por sesgadas y llena de falsedades e incongruencias. 
  • Al activar la ingeniería jurídica más perversa para quitar de en medio a personas tan honradas como incómodas por puro prejuicio, como ha sido el caso del diputado Alberto Rodríguez.
  • Al sustituir el necesario debate por la falta de respeto cotidiano convirtiendo el Congreso y el Senado en espacio arrabalero de gritos e insultos (como bruja o pollaboba), modo de legitimar el odio y las violencias en nuestras calles.
  • Al saltarse listas de espera colando a familiares en quirófanos sin que éstos cumplan los protocolos sanitarios de prioridad o urgencia alguna (a pesar de lo que está cayendo en el sistema sanitario público), como ha sido el caso de Murcia.
  • En la privatización encubierta de lo público a partir de las “cajas B”, que saquean el dinero de todos, fomentando la desafección hacia la política, y apoyando el falso discurso de la equidistancia entre quienes están ahí para mangar, o porque tienen verdadera vocación de servicio público.
  • En la arrogancia de la jerarquía de la iglesia católica española que, sin despeinarse se posiciona en línea con los postulados de la derecha ultra (por encima de los de Cristo), bendiciendo en su última Conferencia Episcopal a la Fundación NEOS y, con ello, a todo el oscurantismo político que ésta representa. 
  • En el veneno de las redes que actúan a su libre albedrío, paralelo al infame periodismo servil y clientelista que gestionan virtuosamente numerosos medios (previo pago) a golpe de bulos y fake news.
  • En la constante inoculación del miedo a amenazas falsas como la ocupante de mi hogar mientras voy al super, la ladrona que me “roba” vía impuestos, el desgraciado MENA que delinque y acaba violando y matando a NUESTRAS mujeres, el inmigrante que viene a quitarme trabajo, o la profesora que alecciona al alumno al proporcionarle una educación sexual integral y diversa como la vida misma.

Estos hechos abundan en la importancia de preguntarnos qué hacer para que nuestra sociedad no siga el destino de nuestro Mar Menor. Hemos de ponernos cabezas y manos a frenar la creciente contaminación, y limpiar el chapapote de machiruleo rancio y tóxico evidenciado, entre otros indicadores, por el 92,52% de varones del total de la población reclusa (cifras de 2018). Para buscar procesos de reciclaje y consolidación de un nuevo tablero de juego que dejar A LOS QUE VIENEN (libro de Manuela Carmena cuya lectura aconsejo), es necesario activar procesos de deconstrucción, y otros de construcción, procesos lentos y complejos que necesitan de tiempo, recursos y personas preparadas. Por ello, y perdón por la perogrullada, supongo que antes de dividir los papeles de uno de los agentes transformadores, “useasé” LOS HOMBRES, y para no empezar la casa por el tejado, ¿tendremos que plantearnos transformarlos a ellos, no? 

¡Y ahí entra la tercera cuestión! Por desgracia, y a pesar de los recientes avances tipo MenEngage, Redes de Hombres, y alguna iniciativa de intervención educativa en masculinidades diversas, seguimos fracasando a la hora de comprometer a hombres que vayan más allá de sus planteamientos domésticos, o a lo sumo, sus tertulias introspectivas, y se involucren, según sus posibilidades, en un activismo social, académico y político que se traduzca en salud comunitaria, a todos los niveles. Por esta razón opino que la pregunta “EL PAPEL DE LOS HOMBRES EN LOS FEMINISMOS” será pertinente en algún momento futuro, pero ahora mismo no. 

La cuarta cuestión de este planteamiento, seguramente de pacotilla, señala que el cáncer social de las desigualdades de género y sus metástasis (violencia de género, violencia vicaria, mayor índice de paro de las mujeres, mayores índices de precariedad y pobreza para ellas, inequidad en los cuidados, micromachismos, menor participación de la mujer, sus dificultades de acceso a ámbitos de poder…etc.), nos llevan a que, al plantearnos igualdad, la iniciativa lógicamente parta del centenario movimiento social más representativo en la denuncia y lucha de estas cuestiones. LOS FEMINISMOS están ahí y la rueda ya se inventó. Pero si los feminismos buscan que los hombres nos planteemos papeles a desempeñar dentro del movimiento (al lado del movimiento, o con el movimiento…), tendrán que ensanchar el SUJETO FEMINISTA y optar por una estrategia más inclusiva que sume, y deje de restar (dos cuestiones tan importantes como distintas).

Finalmente, la quinta y última loca cuestión a tener en cuenta, apunta al aprovechamiento de otros movimientos sociales de peso y tan importantes como el feminismo. Me refiero a los movimientos relativos a la defensa de los derechos humanos, los laborales, los LGTBIQ+, o el ecologismo, cuyo apoyo mutuo ha sucedido ya en no pocas ocasiones, y que han de introducir la transversal pedagógica de masculinidades para multiplicar el potencial que consiga reducir la brecha de consciencia igualitaria en el lado masculino del sistema binario. 

A partir de ahí, no ha de ofender a nadie que cada uno actúe en defensa de un contexto igualitario, saludable y limpio, sintiéndose feminista, ecologista, sindicalista, altruista, apolítico, católico, pepero, podemita, empresario, albañil o madrileño (por mencionar un nacionalismo de los que abundan en nuestro país), o varias de estas características identitarias a la vez. 

No son muchas las opciones que tenemos: o convencemos, o no avanzamos; o conseguimos sumar, o serán otros quienes sumen; o dejamos de marear la perdiz, o aburrimos al personal ad infinitum. ¡Lo que digáis!  Pero que sepáis que “de-mientras”, las penosas fuerzas patriarcales de nuestro país, están al mando de una espiral de contaminación que atrapa el miedo y el descontento que ellos mismos cultivan, a la vez que ensanchan cada vez más el concepto de OTREDAD, donde sin despeinarse, cada vez nos meten a más gentes, con penes y con vaginas. 

Cierro con la frase “TODOS LOS CAMINOS LLEVAN A ROMA” para insistir en la idea de que, aplicada al tema que tratamos, de ninguna manera Roma debe representar al feminismo, sino a lo que éste pretende. Para llegar a destino necesitamos que los hombres dejemos de restar, y empecemos a sumar (de nuevo dos cosas distintas). Y aún una última obviedad, si distintos pueden ser los caminos que nos llevan a un mismo lugar, tan importante será aplaudirlos todos, como aceptar el amplio abanico de papeles a desempeñar desde cada uno de ellos. Lejos de estar preocupadas por UN PAPEL concreto, desde un único espacio,centrémonos en CÓMO HACER PARA QUE LOS HOMBRES EMPRENDAMOS ESTE VIAJE. A partir de ahí y como apunta la sabiduría de una muy querida amiga mía: “¡La obra irá pidiendo el material!”.