IDEAS PARA ABORDAR EN CENTROS EDUCATIVOS LAS MASCULINIDADES SALUDABLES

Si comprendemos que el apuntalamiento de los machismos y las fobias a lo diferente en los espacios de educación tiene aristas, que tocan no solo a nuestro sistema de bienestar, sino también y directamente a nuestro sistema democrático, entenderemos que tal amenaza necesita una respuesta educativa profesional contundente, planificada y organizada. 

La no aceptación de una de las derivadas del sistema patriarcal, la violencia de género, se expresa actualmente sin complejos en nuestros centros educativos como una estrategia más de la normalización del negacionismo de la desigualdad de género. Así, los “brotes verdes” de la intolerancia no se cortan en situar al hombre y la mujer en una falsa posición de igualdad política, económica y social, ni en fomentar los odios y las fobias hacia la diferencia o contaminar la convivencia en igualdad y paz de nuestros centros educativos. Este creciente empoderamiento de las conductas machistas-patriarcales por parte de los “varoncitos” masculino-hegemónicos y sus fans, versión femenina, preocupa a docentes que, en buena lógica, comprenden su responsabilidad profesional como educadores,  no como enseñantes. Para aumentar las filas de quienes combatimos los focos de infección que ya tenemos “en casa”, necesitamos estrategias y herramientas que convenzan a propios y extraños.

A mi juicio, la clave está en la intervención educativa específica sobre los modelos de masculinidad, su desarrollo y sus distintas consecuencias. Desde mi conocimiento y experiencia como docente, y militante de un grupo de hombres igualitarios, pongo a continuación a vuestra disposición algunas ideas al respecto:

1 – Nos encontramos con la tarea de combatir los esencialismos, vengan de donde vengan. Debido a que las tensiones polarizan los extremos, el sistema binario de género que ancestralmente clama la “opuesta complementariedad”, ahora lo hace con más fuerza pero desde una ficticia igualdad. En consecuencia, niños y jóvenes varones que están fuertemente socializados en el miedo, ven amenazada su masculinidad. Lo diferente se convierte para ellos en amenaza, y el hombre, ante la amenaza, “naturalmente” ataca. Se potencia así el androcentrismo defensivo de manera conductualmente “ruidosa” y se señala al “enemigo”. Profesionalmente, este ruido se combate intentando dejarles una huella distinta de la que ya han interiorizado, algo que no se conseguirá con el castigo, ni con tres talleres al año, sino con intervención constante y mezcla de metodologías. Hay que activar la intervención grupal paralela a la individual. El departamento de orientación y las tutorías deben liderar el trabajo, que ha de ser de equipo y con las familias. No hay guerra por tanto tampoco “enemigos”. Ellos y ellas son personas a EDUCAR y, por tanto, nuestra responsabilidad.

2 – Para ello, el plan de igualdad, el proyecto de centro y nuestras programaciones han de reflejar el trabajo específico en el desarrollo de masculinidades saludables. Esto servirá para armarnos frente a posibles ataques que serán internos por parte de compañeros (y compañeras), y externos por parte de familias. No olvidéis que el discurso machista y patriarcal está siendo legitimado desde el poder político, y la tendencia es al alza. Las “verdades absolutas”, que esgrimen para aliviar la complejidad propia de los tiempos actuales, no constituyen solo un alivio por simples (aunque falsas y, por tanto, tóxicas), sino que son también una herramienta contra “el enemigo”, ya que ellos sí construyen un marco de guerra, al que no hay que darle ni importancia, ni crédito alguno.

3 – Como tercera idea cabe no limitar vuestro empeño al grupo aula. Extender el tema lo más posible al claustro y transversalmente a otros proyectos (EEPAZ, ecuescuelas, artes, deportes…). Es muy importante que los profes varones del centro no se pongan de perfil. Muy al contrario, necesitamos que se involucren en la muestra de referentes masculinos diferentes: igualitarios, feministas, cuidadores, sensibles, dialogantes, (pro)LGTBIQ+, (pro)interculturales, respetuosos, presentes pero no dominantes, ecologistas… Por tanto, son los primeros a convencer. Ignorad (sin acritud) a quienes se posicionan en el “otro extremo” y centraos en quienes están de acuerdo, pero no se implican por no “complicarse la vida”. Educar es complicado, nuestra sociedad es compleja, así que blanco y en botella… 

4 – Priorizad cómo se siente vuestro alumnado, por encima de los contenidos a los que estáis obligadas. Educar de abajo hacia arriba, no de arriba hacia abajo. Haced diagnósticos certeros, detectad necesidades y a partir de ahí, adaptad programa evitando lo que suponga un “ladrillo” para ellos y ellas. Esto siempre desde las materias que versen sobre igualdad, sean éstas las que fueren. Cuando lo hagáis desde otras materias, de manera transversal, o desde proyectos educativos comunitarios, afinad bien porque mientras que los objetivos realistas alcanzan metas, los hiperrealistas solo frustración. 

5 – Es importante que haya alumnos referentes capaces, no solo de mediar en conflictos, sino de ofrecer modelos masculinos disidentes al hegemónico, siempre en un contexto amable. Por tanto, propongo la metodología que crea grupos de jóvenes mediadores. Convenced a grupos de chicos de los últimos cursos y preparadlos en resolución de conflictos y comunicación al objeto de que ideen una actividad tipo sobre masculinidades saludables que “paseen” por el centro, y que vayan mejorando con el tiempo. Podéis ofrecerles incentivos para sus notas o para otras cuestiones que ellos necesiten o quieran, como el uso de espacios del centro, excursiones… etc. Recoged la experiencia a través de un proceso evaluativo que os permita aprender y mejorar este tipo de iniciativas para otros cursos. 

Apuntaros que creer en la causa feminista no nos capacita, por sí solo, para abordar el complicado tema de las masculinidades. La brecha que separa la consciencia igualitaria entre chicos y chicas sigue siendo grande (podéis verlo en el IJE 2020). Esta brecha no se va a reducir sola, por tanto, hay que trabajarla. Necesitamos desarrollar estrategias pedagógicas eficaces, para lo cual previamente hemos de poder argumentar, idear, debatir…. Para poder hacer esto necesitamos leer, formarnos, profundizar en el tema. Es importante amueblar nuestras cabezas sobre qué es eso que llamamos MODELOS DE MASCULINIDAD y cuáles sus orígenes, sus procesos, sus imbricaciones psicológicas, comportamentales y sociales.

Dejadme deciros también que el desarrollo de masculinidades no tóxicas y saludables (dos cosas distintas), ha de tratarse ya en los centros educativos infantiles. No solo es de interés para los niños y chicos, interesa por supuesto también al mundo femenino, habida cuenta de que hablamos de conflictos sociales de orden convivencial, con un coste muy alto para ellas, quienes, no obstante, también sustentan y reproducen patriarcado y modelos hegemónicos tóxicos.

Finalmente, deciros que los estilos de vida que se cristalizan en nuestro entorno educativo, influidos por demandas psico-sociales de género, son parte del trabajo de los segundos agentes educadores, los y las docentes. En mi opinión, esto significa también currarse, en la medida de lo posible, a los primeros agentes educadores (a través de los departamentos de orientación, de las tutorías y de las AMPAS y el Consejo Escolar). 

Os dejo con un fuerte abrazo y mi sincera admiración a esos y esas valientes docentes que os preocupáis (y ocupáis) de estos importantes temas. Ojalá un día se tomen realmente en serio en los procesos de selección de personal, en la inspección del trabajo profesional (en la pública tanto como en la concertada), así como en la manera de incentivar al personal docente. ¡Ánimo! 😊